DAVID BERNARDO LÓPEZ LLUCH

hay que beber con prudencia…

Alcibíades era un ciudadano ateniense de pleno derecho respetado. Gran orador, estadista y prometedor general militar, tuvo una gran actuación allá por los finales del s. V a.C. en las primeras fases de la Guerra del Peloponeso.

Pero esa meteórica carrera política (unida intrínsecamente a la carrera militar) plagada de populismos le buscó la enemistad de un grueso sector de la población aristócrata, que sospechaban que quería usar su popularidad para instaurar una tiranía en Atenas. Los arcontes atenienses debieron montar una auténtica fiesta de la espuma a base de echarla por sus bocas cuando se le encomendó al bueno de Alcibíades comandar la flota ateniense para socorrer a la ciudad Siciliana de Segesta.

¿Y qué tiene esto que ver con el alcohol? Pues bien, la víspera de la expedición, Alcibíades se emborrachó y junto con un grupo de marineros se dedicaron a castrar las estatuas de Hermes que encontraron a su paso.

Atenas estaba plagada de Hermas con sus penes enhiestos en todos los cruces de calles, a veces con 3 o 4 caras con sus correspondientes penes señalando acusadores al viajero.

El caso es que en esa noche etílica, por la obra de Alcibíades o de alguno de sus marineros, aparecieron todas las estatuas profanadas con los penes cortados. De la misma forma  que esos falos de mármol fueron cercenados fue cercenada la carrera de Alcibíades, al que los sectores más mojigatos sentenciaron a muerte por sacrilegio al haber atentado contra los dioses.

Aquí os dejo dos enlaces por si queréis profundizar en el tema…

http://es.wikipedia.org/wiki/Hermoc%C3%B3pidas

http://vagohacehistoria.blogspot.com.es/2013/03/resacon-en-el-egeo.html